Pues España no iba a ser menos que Cataluña. Si Cataluña tiene un Héroe Nacional, España tiene un Héroe Sagaz y Valiente. Se llama Rodolfo Chiquilicuatre "El Follonero".
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Había oído hablar de él, pero hasta ayer no tuve el placer de verle en acción. Fue en el programa TeleMonegal, donde era entrevistado.
El momento culminante de la entrevista a este Hombre Nuevo de España correspondió al relato de su emocionante expedición a Venezuela. La narración de como se dirigió a voces a Chávez en plena ceremonia protocolaria, documentada con imágenes y sonido, fue un testimonio didáctico de cómo debe comportarse un españolito dotado de "hombría de bien" y de "lo que hay que tener".
Espeluznante resultó el consiguiente relato, adornado con todo tipos de guiños pretendidamente expresivos, de cómo fue interrogado por un alto cargo político venezolano sobre sus intenciones y su graciosa respuesta: "Quisiera entregar a Chávez este caganer con la figura de nuestro dicharachero monarca, Juan Carlos I de España". Intervención a la que el energúmeno sudaca contestó con una terrible alusión a los malos modos de la policía venezolana.
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Un grupo de bondadosos Mossos d'Esquadra, policia regional catalana, intenta dialogar con un transeúnte violento para que deponga de su actitud beligerante.
El Gran Hombre concluyó su intervención recordando como sufrió hasta que su avión elevó el vuelo alejándose de Caracas y supo con certeza que no sería torturado y violado por los siniestros sicarios chavistas.
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¡Dios suyo, qué suerte que vivimos en España!
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11 comentaris:
Don Jorge, esto es otra demostracion del aislamiento e ignorancia a que les tiene sometido el nacionalismo catalan.
¡No conocer a Rodolfo Chiqulicuatre!
uno el crusaito...do el robocop... tre el maikeljason...
El comentario anterior es mio, aunque podia deducirse por mi prosa elegante, inteligente intervencion y preclara modestia.
Saludos cordiales
Simio
No conocia esta bitacora.
No sé si saben, els signants del paperot sobre la llengua comuna, que
Hitler també deia que els territoris no tenen drets, per justificar l’expansionisme. Hitler també deia que els drets eren de les persones. És veritat que afegia que aquests drets només es podien obtenir per la via de la guerra, però també és veritat que, això, els apologetes de la lengua común no necessiten dir-ho: el resultat de les guerres i les dictadures que hi ha hagut a Espanya ja els soluciona el problema. L’actitud dels signants del paperot, i de l’expresident madrileny Joaquín Leguina qualificant Montilla i Chacón de xarnegos redimits, té un tuf estrany. ¿Cal recordar el zel amb què Hitler denunciava la discriminació dels alemanys txecoslovacs i hongaresos per desestabilitzar aquests països i justificar-ne la germanització? ¿Cal recordar Göring a Nuremberg? "Perquè la gent vagi a la guerra només has de fer que se senti atacada". La insistència amb què Madrid intenta excitar els catalans de cultura castellana que viuen a Catalunya, per girar-los contra el país i evitar que s’integrin, és indignant. Convertir virtuts dels catalans com ara el bilingüisme i el pactisme, en febleses, és una mala política. Potser el castellà és tan universal que fins i tot el parlen els extraterrestres. Però és covard intentar que la immigració faci la feina que no han pogut fer els exèrcits i les dictadures. És innoble utilitzar com si fossin soldats de primera línia les famílies que van venir aquí a millorar la seva vida.
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Reflexió de l'Enric Vila al seu blog, que penso paga la pena llegir.
Hitler tambien diria "no por mucho madrugar amanecemas temprano"
De todas maneras, dudo mucho que Hitler dijese que el derecho era de las personas
Es pasarse cuatro pueblos comparar el manifiesto con el My Kampf o como se escriba en teutona grafia.
Saludos a tots.
Por cierto, que leia en el PAIS otro sesudo articulista que respecto al PAPEROT decia que la CEDA se habia formado asi.
La CEDA, HITLER, FASCISTAS... Porque no se oponen argumentos en vez de insultar a los PAPEROTET de la LEngua comun
Simio:
De la asociacion española en defensa de que el Blog de JorgeF tenga comentarios.
ARGUMENTOS:
El manifiesto por la lengua común presentado el pasado mes de junio en Madrid comienza con la siguiente afirmación: “Todas las lenguas oficiales en el Estado son igualmente españolas […] sólo una de ellas es común a todos […] por tanto sólo una de ellas –el castellano– goza del deber constitucional de ser conocida”. Este enunciado contiene una contradicción que recorre de arriba abajo todo el manifiesto. Consiste en afirmar, por un lado, que todas las lenguas oficiales son igualmente españolas y, por otro, que sólo una de ellas goza del deber constitucional de ser conocida. Es decir, no todas las lenguas oficiales son igualmente españolas: una es mucho más española que las demás. No sólo esto; es que además se contradice de forma palmaria el segundo punto del comunicado. En efecto, a continuación se dice que “son los ciudadanos quienes tienen derechos lingüísticos, no los territorios ni mucho menos las lenguas mismas”. Si esto es así, entonces no debería haberse dicho en el punto primero que el castellano goza del deber constitucional de ser conocido, porque las lenguas no gozan de derecho o deber alguno. Aquí se percibe de forma cristalina el nacionalismo lingüístico castellanista imperante en el manifiesto: sólo son las demás lenguas españolas las que carecen de derechos; el castellano tiene todos los derechos del mundo.
Pero ¿sólo las personas individuales tienen derechos y deberes? Que se sepa, existe una entidad política denominada España, con un territorio bien definido y en el que hay una lengua oficial denominada español. Esa entidad se define, entre otras cosas, mediante el derecho a usar esa lengua en todo el territorio del Estado y en todos los organismos oficiales. ¿No está asociada España a derechos lingüísticos y territoriales? ¿No ha ejercido en más de una ocasión España, a través de sus representantes, el derecho a que el español sea reconocido en la Unión Europea como lengua oficial que es de un estado miembro?
En el punto tercero se dice “en las comunidades bilingües es un deseo encomiable aspirar a que todos los ciudadanos lleguen a conocer bien la lengua co oficial. Pero tal aspiración puede ser solamente estimulada, no impuesta”. Conocer la lengua oficial del Estado no es un deseo encomiable, sino un imperativo legal. Por eso, quienes trabajan en las instituciones del Estado están obligados a usar el castellano. Pues bien, si el catalán es oficial en Cataluña, quienes ejercen sus funciones en las instituciones catalanas deberían igualmente estar obligados a usar el catalán. Esta obligación está legalmente legitimada por el hecho de que el catalán es lengua oficial. Es una incoherencia evidente exigir que en Cataluña se hable y escriba en castellano porque es lengua oficial y no hacer lo mismo respecto del catalán, la otra lengua oficial o ¿es que la primera es más oficial que la segunda?
En el punto cuarto se afirma que el hecho de que las lenguas de las comunidades autónomas hayan dejado de estar prohibidas o restringidas es suficiente para el pleno cumplimento del apartado tres del artículo tercero de la Constitución. Pero lo que dice la ley es que las lenguas nacionales de las comunidades autónomas son oficiales y, por tanto, exigir esas lenguas a sus ciudadanos no es acto de discriminación respecto de la otra lengua oficial, el castellano. Lo que sí es un acto de discriminación es no exigir a todos los ciudadanos de las Comunidades sus lenguas nacionales, como lenguas oficiales de pleno derecho que son, o que deberían ser.
A continuación, se hace una serie de solicitudes al Parlamento español. La segunda de ellas consiste en la petición de que “las lenguas cooficiales autonómicas deben figurar en los planes de estudio […] pero nunca como lengua vehicular exclusiva”. Esto equivale a pedir, por ejemplo, que en Cataluña ha de exigirse por ley que no se enseñe en catalán. Pero ¿cómo se puede conciliar esto con la idea de que el catalán es lengua oficial de Cataluña? Creo que no hay manera sensata de hacerlo.
En el punto tercero se insiste en la idea de que no todos los funcionarios de las comunidades cutónomas tienen que conocer la lengua oficial de su comunidad. Esto vuelve a entrar en contradicción con su carácter oficial. ¿Es posible ser funcionario de la Administración del Estado sin conocer el español? Si esto no es posible ¿por qué habría de serlo que un funcionario de la Generalitat no sepa catalán?
En conclusión, lo que parece pedirse en este manifiesto es que las lenguas de las diversas comunidades cutónomas dejen de ser de facto oficiales en ellas para volver a una situación en la que el castellano sea la única lengua realmente oficial en todo el territorio del Estado español.
Estamos, pues, ante un manifiesto a favor de la supremacía y dominio absolutos de la lengua española sobre todos los demás idiomas de España. Por esa razón, es un claro exponente de la ideología del nacionalismo lingüístico español en una de sus formas más radicales y megalómanas. Según esta ideología, el español, lengua oficial del Estado, es superior en algunos aspectos a la práctica totalidad de las lenguas del mundo. En el preámbulo del manifiesto se menciona que sólo hay dos lenguas con mayor pujanza que el español (el chino y el inglés) y que esta lengua se asocia por derecho propio a la comunicación democrática y a los derechos educativos y cívicos. Con premisas como estas no es de extrañar la actitud altanera e intolerante que informa el manifiesto en todos sus puntos.
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Juan Carlos Moreno Cabrera es catedrático de Lingüística General en la UAM y autor de "El nacionalismo lingüístico. Una ideología destructiva"
Nos disponemos a pasar una semana de vacaciones en una en una localidad de la costa catalana". Amb aquest anunciat va presentar el servei d'informatius de Telemadrid un reportatge fet a Catalunya en el qual es pretenia demostrar els problemes que comporta la llengua catalana pel sector turístic. La periodista desplaçada explicava el desconcert que li havia provocat -i suposadament també a la resta de turistes- el fet que per 'alquilar un coche' hagués d'anar a un lloc amb un rètol on s'indiqués 'lloguer de cotxes', que un 'helado' fos 'un gelat', un 'zumo', un 'suc', i un 'bocadillo', un 'entrepà'.
Álvarez Junco, con las lenguas minoritarias
El historiador José Álvarez Junco criticó ayer el "alarmismo" existente en torno a la situación del castellano, lengua que "goza de bastante buena salud". "Lo que está en peligro de extinción son las lenguas minotirarias", consideró el historiador, que recordó que el uso del castellano crece en Catalunya a pesar de las medidas educativas de apoyo al catalán.
Fluix, petit, mancat de contundència, insuficient de totes totes. És el que m’ha semblat el que podríem anomenar “contramanifest”. La defensa del català s’ha fet a través d’aquesta cosa que en diuen “Galeusca”, gallec, euskera i català i els escriptors que representen aquestes llengües. Semblen les tres dones ofeses que conjuntament presenten un plec de descàrrec enfront, diuen, de la llengua que va ser decretada com a oficial a tot Espanya sense cap consulta ni acord previ. Naturalment, la llei del més fort, no del més just. És així com funcionen les coses. Aquest contramanifest consta de deu punts. I tot plegat és petit, d’ànima encongida i sotmesa. Es presenten ben bé com les altres llengües espanyoles, les llengües autonòmiques del Manifiesto contra el qual representa que reaccionen. Quin fàstic! Llengües autonòmiques! Cal combatre aquest adjectiu i els signants no ho fan. A mi el basc i el gallec no es pot dir que em preocupin gaire, més aviat gens. Em preocuparien si fos basc o gallec, i no és el cas. Però el català, sí. I el català no és cap llengua autonòmica, és la llengua nacional de Catalunya. I és la llengua de València i de les Illes i de la Catalunya del Nord. I això no surt enlloc del text que critico. Admetre llengua autonòmica és admetre llengua de segona o tercera divisió, subjugada, menystinguda, subsidiària. I no. Un text, d’altra banda, que parla de l’enriquidora realitat plurilingüe espanyola. Enriquidora? Per a qui? Se’ns en fot, d’aquesta realitat. I se’ns en fot perquè és mentida. Ells, els espanyols, no són pas plurilingües i no admeten cap altra llengua que la seva. Enlloc no es diu que és el català l’idioma que ha de ser obligatori per viure a Catalunya, enlloc. De la lectura en desprenc, a més a més, que a aquests escriptors (AELC) ja els va bé continuar essent espanyols i es mostren d’acord amb l’actual marc constitucional. Altrament no entenc per què costa tant de dir que si escrivim i parlem en català és perquè no som espanyols i perquè volem, a més, deixar de formar part d’Espanya, que, de fet, tampoc no és pas que ens hi vulguin.
Después de ocho años viviendo en Bélgica, hay un aspecto de la sociedad española que me sigue llamando poderosamente la atención y que parece acentuarse con el paso de los años. Siempre se ha dicho que España es el país de la envidia, pero lo que se aprecia cuando uno toma cierta distancia es que es el país, sobre todo, de la bilis, de la "mala baba", del insulto fácil y del "injuria que algo queda". En España no se dialoga, se vocifera; no se argumenta, se descalifica.
Me refiero, por ejemplo, a la forma de hacer política en nuestro país. Basta ver el Telediario y el bochornoso intercambio diario de insultos y descalificaciones entre los portavoces de los distintos partidos para darse cuenta de la bajeza y la vulgaridad del "diálogo" político en España. En Bélgica, por ejemplo, con un país al borde de la ruptura entre flamencos y valones y en el que la crisis comunitaria se agrava cada día, sería inimaginable escuchar en boca de los políticos expresiones que en España son moneda corriente.
Me refiero, y seguro que alguno de ustedes lo estaba pensando, a los medios de comunicación de nuestro país, sin duda alguna (salvo honrosas excepciones) los más cerriles, mal educados y "bajunos" de los países de nuestro entorno, si exceptuamos los tabloides británicos y alguno que otro periódico sensacionalista alemán, con la diferencia de que en España los medios a los que me refiero, y que creo que no es necesario nombrar, tienen la pretensión de ser serios y respetables. Las editoriales de algunos periódicos y las diatribas de ciertos locutores y tertulianos radiofónicos son un monumento a esa bilis y mala baba de la que les hablaba antes.
Sin embargo, desde mi punto de vista, uno de los espectáculos más tristes que ofrece nuestro país son los foros de opinión que últimamente abundan en las versiones "online" de los periódicos. En esos foros, protegidos por el anonimato, nuestros conciudadanos ofrecen lo peor de ellos mismos: insultos, burlas, amenazas, comentarios de mal gusto, críticas despiadadas, etc, todo ello aderezado con una cantidad de faltas de ortografía que a veces producen vergüenza ajena. Lo que debería ser un espacio de diálogo y de debate se convierte en un lodazal dialéctico en el que la tolerancia y el respeto de la opinión ajena brillan por su ausencia, reproduciendo esa costumbre tan española de hablar sin escuchar.
Dirán ustedes que exagero, que no es para tanto. Les propongo un experimento: visiten ustedes algunos de estos foros de opinión en algún periódico nacional (incluido este) y luego visiten otros de periódicos franceses, belgas o ingleses y hagan una comparación. Les aseguro que les llamará la atención el contraste. Ya me dirán…
El Manifiesto de estos nietos de Unamuno es una maniobra faccional y partidista, y como tal es apoyado por potentes agentes; manipula miedos, resentimientos, emociones, y busca provocar respuestas sentimentales y emotivas en todos nosotros. El aprendiz de brujo no teme abrir los frascos de los demonios, goza contemplando el efecto descontrolado de sus acciones.
Ese Manifiesto es una nueva vuelta de tuerca al viejo, falso y aburrido "España se rompe" de la derecha nacionalista española. Cuando un partido suelta momentáneamente el banderín de enganche, otro aprovecha para agitarlo y sacarle partido. Es falso que les preocupe la gramática o la lengua; su objetivo es puramente político, defienden su proyecto nacionalista centralista, usan el castellano como arma de beligerancia y lo dañan gravemente cargándolo de ideología.
Parte de falsedades que llevan tiempo difundiéndose: es falso que el castellano, una lengua en expansión, con unos 400 millones de hablantes y otros 100 que la conocen, peligre. Mucho menos en España, donde su conocimiento es "obligatorio", siendo la única lengua que recibe tal protección del Estado. El castellano, gracias a una política secular de imposición, se extendió al territorio del gallego, catalán, vasco y demás dominios lingüísticos españoles; es así que en los territorios donde los individuos hace dos o tres generaciones eran monolingües en esas otras lenguas, hoy son bilingües o monolingües en castellano.
La política del Estado hizo que hoy todos sepamos hablar y escribir en castellano, aunque tengamos otra lengua por propia. Por eso, hoy los firmantes del Manifiesto pueden llamarla "común", aunque no debieran omitir que es obligatoria. Fuese por la causa que fuese, los hablantes de esas otras lenguas reconocidas en la Constitución disponen de un instrumento impresionante que es el castellano y lo utilizan cuando les hace falta, incluso de un modo habitual. Ese éxito histórico del castellano, además del orgullo de tener por propia una lengua con prestigio y una literatura tan impresionante, debiera bastar para dar sosiego a los monolingües en castellano. ¿Qué más se puede pedir? Pedir más es nacionalismo insaciable, una bulimia que demanda la humillación, la destrucción del otro. Y eso es lo que hace el Manifiesto. Seamos claros, no les basta que todos hablemos castellano; quieren, además, que dejemos de hablar las otras lenguas. En coherencia, los que hacían un tótem de la Constitución pretenden ahora su amputación y la anulación o reforma de los Estatutos en el sentido de sus ideas e intereses. La Constitución es un fruto de la lucha democrática contra el nacionalismo franquista y, con sus defectos, se hizo precisamente para que pudiese coexistir una ciudadanía diversa.
Quien viaje a una ciudad catalana, gallega o vasca verá en castellano prácticamente toda la prensa, la radio, la televisión, las carteleras, oirá a su alrededor el castellano constantemente. El castellano no peligra ahí, lo que corre peligro de desaparición son esas otras lenguas también españolas que están en circunstancias adversas y se enfrentan a una inercia histórica poderosísima. Ésos son los hablantes que ven desaparecer sus lenguas.
Hay actuaciones concretas equivocadas en educación o política de lenguas, tanto por parte de las Administraciones autonómicas como de la central. Pero el cuento de la persecución del castellano es la misma fábula que la de los judíos o los gitanos que asesinan niños; circula bien porque responde a nuestros miedos, en este caso, el miedo del monolingüe al bilingüe. Es una fábula xenófoba, y es xenofobia lo que se hace con las otras lenguas oficiales, se las mantiene ocultas y se busca su desaparición. Se practica la insidia cuando se engrandece cada caso de monolingüe que viviendo en una comunidad bilingüe protesta porque a su hijo... Podremos conocernos y reconocernos mutuamente cuando al fin los medios de comunicación de ámbito estatal permitan que hablen los ciudadanos bilingües, que también son personas y tienen problemas, quejas, derechos lesionados. Incluso tienen hijos, pero nadie les pregunta si a sus hijos...
Desmoraliza definitivamente que un Manifiesto tan faccional, sesgado políticamente e irresponsable que utiliza la lengua para dividirnos cuente con tanta simpatía y complicidad en los medios intelectuales radicados en Madrid; con razón los promotores señalan que es muy "transversal" allí. Lamentable también la minorización y el encerramiento forzado o voluntario de quien lamenta que "no hay intelectuales españoles que nos defiendan de estos ataques". Hemos llegado hasta aquí entre todos, la Física enseña que los vacíos se llenan, unos se refugiaron en ámbitos particulares, otros no construyeron una idea de España democrática y plural, vemos ahora cómo el nacionalismo monolingüe y xenófobo de siempre ocupa el centro y lo ocupa todo. Y no me extiendo sobre el pasmo que provoca la soberbia de unos intelectuales que se creen dueños de España y pretenden echarnos a los que no somos como ellos.
(fragment d'un interessant article de Suso de Turo)
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